lunes, 12 de noviembre de 2007

Rendirme, ¡Jamás!

Mis manos podridas,

por tantos apretones hipócritas.

Mi espalda y pecho podridos,

de tantos abrazos obligatorios.


Mis mejillas,

muertas,

por el legado de judas.

Mis ojos inservibles

no distinguen

entre sonrisas innecesarias,

decentes o hipócritas.

Mis pies podridos

aún buscan en hogares ajenos,

la falta de prejuicios,

el interés del enriquecimiento mutuo.


Mi boca podrida

que intentaba cambiar

un mundo mediocre y desagradecido,

ahora se mantiene cerrada

por miedo a expresar

palabras infectadas de un virus

que ahora se conoce como honestidad.


Mis oídos podridos

de escuchar al acero que penetra

espaldas aun más podridas que la mía


Mi cerebro podrido de pensar.

Mis pensamientos

se están pudriendo

y tratan de convertirme en un corbatín,

en una tarjeta de presentación.


Mis pulmones,

podridos por respirar este aire

viciado de incomprensión y envidia.


Mi corazón aguarda paciente

para terminarse de pudrir,

por mujeres hermosas, abundantes,

que confunden la nobleza con la estupidez.


Mi conciencia ya no es intachable,

pero aun conserva un dejo

de sensatez y autocrítica.


Mas no importa si mi cuerpo sucumbe

ante tanta putrefacción circundante o

ante la putrefacción interna.

Pues mi inconformismo

y mi voluntad de cambio

no se pudren con los años como frutas,

se endurecen cual diamante.

Datos personales

soy un libro abierto (lean lo que quieran y olviden el resto) no importa como me lean solo conozcan lo mejor de mi. aunque si quieren conocer lo peor igual sigo siendo "un libro abierto".