Rendirme, ¡Jamás!

Mis manos podridas,

por tantos apretones hipócritas.

Mi espalda y pecho podridos,

de tantos abrazos obligatorios.

Mis mejillas,

muertas,

por el legado de judas.

Mis ojos inservibles

no distinguen

entre sonrisas innecesarias,

decentes o hipócritas.

Mis pies podridos

aún buscan en hogares ajenos,

la falta de prejuicios,

el interés del enriquecimiento mutuo.

Mi boca podrida

que intentaba cambiar

un mundo mediocre y desagradecido,

ahora se mantiene cerrada

por miedo a expresar

palabras infectadas de un virus

que ahora se conoce como honestidad.

Mis oídos podridos

de escuchar al acero que penetra

espaldas aun más podridas que la mía

Mi cerebro podrido de pensar.

Mis pensamientos

se están pudriendo

y tratan de convertirme en un corbatín,

en una tarjeta de presentación.

Mis pulmones,

podridos por respirar este aire

viciado de incomprensión y envidia.

Mi corazón aguarda paciente

para terminarse de pudrir,

por mujeres hermosas, abundantes,

que confunden la nobleza con la estupidez.

Mi conciencia ya no es intachable,

pero aun conserva un dejo

de sensatez y autocrítica.

Mas no importa si mi cuerpo sucumbe

ante tanta putrefacción circundante o

ante la putrefacción interna.

Pues mi inconformismo

y mi voluntad de cambio

no se pudren con los años como frutas,

se endurecen cual diamante.

Mi infección severa

Ahora que lo descubrí ya es demasiado tarde, se ha esparcido por todo mi ser.
Me miro en el espejo y mis ojos ya lo hacen obvio, en mis labios se nota que estoy infectado y el mundo tiene que infectarse conmigo.
Ahora que ya sé acerca de mi enfermedad, noto que se propaga con una rapidez increible.
Está en mi armario, impregnada en mi ropa, brota por mis poros y en el aire viciado de mi casa se respira.
Está en mis bolsillos vacíos, en mis pantalones baratos y mis camisas remendadas.
Está en las cavernas enceradas, debajo de mi lengua y entre mis dientes.
Está en mis dedos amoratados, en el olor de mis medias, entre mi nariz insensible y en mis orejas dormidas.
Veo tu fotografia y noto como se escapa de mis ojos en busca de los tuyos y se enreda en tus pestañas curvas.
Está en mi billetera e incluso entre mis pocos zapatos, los inhabitados y los inhabitables.
Siento que me asfixia, que está en mis venas, en mis bronquios y mis tuetanos.
Asi que abro las ventanas para que se esparza y me doy cuenta que con solo abrir las ventanas no basta.
Voy a usar un helicoptero para lanzarlo en el cielo y que las corrientes de aire lo dispersen por el mundo para que lo aspiren todos.
Voy a usar una avioneta para escribirlo en el cielo azul sin nubes, para que asi puedan verlo.
Voy a ponerlo en frente de las puertas, adentro de un canasto para que se infecten las familias.
Voy dejarlo en el correo, voy a meterlo debajo de la puerta o abandonarlo en medio de la calle para que sin querer tropiezen con el.
Voy a preparar pasteles y a dejarlos cerca de una ventana abierta para que al pasar lo roben.
Voy derramar grandes cantidades en los rios para que se evapore y llueva sobre las cabezas de los esteriles.
Voy infectar todos los computadores del mundo.
Voy a crear una peste que afecte a todos los pollos, las vacas y las plantas para que lo coman en las ensaladas. Para que haga parte de la dieta de cada ser vivo.
Voy a sintetizarlo para que se lo puedan inyectar y se convierta en una adiccion como ahora lo es para mi.
Voy a agregarlo a los cigarrillos, voy a agregarlo en la coca cola.
Voy a ponerlo en los anuncios de los periodicos y en las paginas de internet para que sepan que es una amenaza latente y sin cura.
Quiero que el miedo se apodere de ustedes y se den cuenta de su impotencia con respecto a este asunto.
Entiendanme, no estoy loco, no es simplemente una venganza.

Es solo que me llené de tanto amor... que ya no se que hacer con el.